domingo, 26 de febrero de 2017

Quiéreme despacio que tengo prisa.


En el amor no vale todo. No señor.

El noviazgo se ha convertido en un Carpe Diem donde la dignidad y la vergüenza se quedan relegadas a un segundo plano en busca de más y mejores orgasmos en tiempo récord.

Pero aún quedamos románticos. Somos la resistencia que escribe frente a un café, mientas en la calle se ríen en nuestra cara con cada instantánea de beso peliculero, con cada dedicatoria mal copiada de internet.

No amigos, Benedetti no escribía para vos, no oséis de proclamar que es para toda la vida lo que sabéis que no durará más de un cuatrimestre.

Quererse no se trata de un sprint por ser la pareja más popular, el amor es una carrera de fondo, entregarse al otro requiere de un entrenamiento maratoniano. Y de paciencia. Ingentes cantidades de paciencia que cada sábado son sustituidas por directos a las mil de la madrugada, proclamando al mundo un cariño más efímero que las burbujas de una copa de cava.

Fugaz no siempre es vivo. La relación de pareja no debería medirse en fotos ni en regalos, debería de haber una cuenta de las manos tendidas, de los “gracias” y de los “estamos juntos en esto”. Nunca de los me gusta. Suficiente suerte es haber encontrado alguien que te gusta y que dice sentir lo mismo por ti, ¿no?

Quizá no es ese el planteamiento más común, pero afortunadamente, hay quienes preferimos seguir a Lope antes que cualquier influencer del tres al cuarto, porque sí le entendemos cuando habla sobre desmayarse, atreverse o estar altivo.

En el amor, como en el sexo, no gana el que llega antes, sino el que llega más profundo.

Quien lo probó lo sabe.
 
A.2017
 
 
 
 

martes, 17 de enero de 2017

Eso a lo que yo le llamo Magia.


Las personas no cambian. Estamos hartos de oír hablar de las segundas y terceras oportunidades, del poder de reinventarse, de la capacidad de resurgir y de ser nuevas personas. Siempre fui de los que creen a pies juntillas que todos podemos evolucionar, mejorar, cambiar en definitiva; que todo el mundo merece otra oportunidad (hasta un límite razonable, claro está).

Hasta hoy. Hoy repito que las personas no cambian y añado que no es algo malo sino todo lo contrario.

Pienso que con el paso del tiempo y los años van surgiendo cosas que nos hacen ver la vida de otra manera, interpretar diferente lo que ayer veíamos de tal o cual forma, y que, en consecuencia, nuestra respuesta a ello no será o no debería ser la misma. Es por ello que cambian nuestros hábitos, nuestras costumbres del día a día, la  forma en la que nos relacionaos o simplemente la forma en la que nos tenemos en cuenta a nosotros mismos, a nuestro yo real. No tienen que pasar 20 ni 30 años para que esto suceda, ni hay un punto claro en el que comience a ocurrir. Dice otro fragmento de la sabiduría popular que la Vida nos pone a cada uno en nuestro lugar y eso sí que es algo en lo que estoy de acuerdo.

Lo que nos ocurre no siempre somos capaces de evitarlo o de provocar que suceda pero siempre tenemos en nuestro poder la capacidad de afrontar todo de un modo u otro… qué digo un modo u otro, ¡de mil millones de maneras diferentes! Y ahí reside la clave de los cambios en nuestra vida y en lo que el resto puede ver de cada uno  de nosotros.

Pero volvamos al principio, porque si bien digo que por fuera podemos cambiar en hábitos y formas de comportarnos, vuelvo a repetir  que, para mí,  las personas no cambian y  que me alegro por ello.

Porque siempre habrá algo en nuestro interior capaz de definirnos, un par de cosinas que harán que cualquiera supiera identificarnos ente un millón. Aquello que, pase lo que pase, vuelva a sacarte una sonrisa o lo que haga que brote de ti una lágrima de emoción. Los sentimientos más profundos, más puros. El Amor que vive en ti, que en definitiva es la Esencia de cada uno de nosotros.


Eso a lo que yo le llamo Magia.


A.2017