Las personas no cambian. Estamos
hartos de oír hablar de las segundas y terceras oportunidades, del poder de
reinventarse, de la capacidad de resurgir y de ser nuevas personas. Siempre fui
de los que creen a pies juntillas que todos podemos evolucionar, mejorar,
cambiar en definitiva; que todo el mundo merece otra oportunidad (hasta un límite
razonable, claro está).
Hasta hoy. Hoy repito que las
personas no cambian y añado que no es algo malo sino todo lo contrario.
Pienso que con el paso del tiempo
y los años van surgiendo cosas que nos hacen ver la vida de otra manera,
interpretar diferente lo que ayer veíamos de tal o cual forma, y que, en
consecuencia, nuestra respuesta a ello no será o no debería ser la misma. Es
por ello que cambian nuestros hábitos, nuestras costumbres del día a día,
la forma en la que nos relacionaos o simplemente
la forma en la que nos tenemos en cuenta a nosotros mismos, a nuestro yo real.
No tienen que pasar 20 ni 30 años para que esto suceda, ni hay un punto claro
en el que comience a ocurrir. Dice otro fragmento de la sabiduría popular que la
Vida nos pone a cada uno en nuestro lugar y eso sí que es algo en lo que estoy
de acuerdo.
Lo que nos ocurre no siempre
somos capaces de evitarlo o de provocar que suceda pero siempre tenemos en nuestro
poder la capacidad de afrontar todo de un modo u otro… qué digo un modo u otro,
¡de mil millones de maneras diferentes! Y ahí reside la clave de los cambios en
nuestra vida y en lo que el resto puede ver de cada uno de nosotros.
Pero volvamos al principio, porque
si bien digo que por fuera podemos cambiar en hábitos y formas de comportarnos,
vuelvo a repetir que, para mí, las personas no cambian y que me alegro por ello.
Porque siempre habrá algo en
nuestro interior capaz de definirnos, un par de cosinas que harán que
cualquiera supiera identificarnos ente un millón. Aquello que, pase lo que pase,
vuelva a sacarte una sonrisa o lo que haga que brote de ti una lágrima de
emoción. Los sentimientos más profundos, más puros. El Amor que vive en ti, que
en definitiva es la Esencia de cada uno de nosotros.
Eso a lo que yo le llamo Magia.