viernes, 27 de febrero de 2015

Tan cierto como Tú

 
Estábamos sentados junto a la mesa. No hacíamos nada, ni siquiera hablábamos. Estábamos tristes, pero era una tristeza dulce, casi una paz. Ella me estaba mirando y de pronto movió los labios para decir dos palabras. Dijo ‘te quiero’. Entonces me di cuenta que era la primera vez que me lo decía.
 
Entonces sentí una tremenda opresión en el pecho, una opresión en la que no parecía estar afectado ningún órgano físico, pero era casi asfixiante, insoportable. Ahí en el pecho, cerca de la garganta, ahí debe estar el alma, hecha un ovillo. ‘Hasta ahora no te lo había dicho’, murmuró, ‘no porque no te quisiera, sino porque ignoraba por qué te quería. Ahora lo sé’. Pude respirar. Siempre puedo respirar cuando alguien explica las cosas.
 
El deleite frente al misterio, el goce frente a lo inesperado, son sensaciones que a veces mis módicas fuerzas no soportan. Menos mal que alguien explica siempre las cosas. ‘Ahora lo sé. No te quiero por tu cara, ni por tus años, ni por tus palabras, ni por tus intenciones. Te quiero porque estás hecho de buena madera’. Nadie me había dedicado jamás un juicio tan conmovedor, tan sencillo, tan vivificante.
 
Quiero creer que es cierto, quiero creer que estoy hecho de buena madera. Quizá ese momento haya sido excepcional, pero de todos modos me sentí vivir. Esa opresión en el pecho significa vivir.
 
 
Mario Benedetti
La Tregua
 
 

lunes, 16 de febrero de 2015

Pájaros en la cabeza

 
"Sería capaz de resumirlo todo a una pregunta:
¿A qué lugar le llamas cielo?"
 
A.2015
  
 
 
 

domingo, 8 de febrero de 2015

Volar: El atractivo de la mujer etérea

 
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres. 

¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. ¡María Luisa! ¡María Luisa!... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte. 

Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo. 

¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas! ¡Qué voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes la de pasarse las noches de un solo vuelo!
 
Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo? 

Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

 
Oliverio Girondo - Espantapájaros
 
 
 
 
 
 

miércoles, 4 de febrero de 2015

I miss you on Tuesday

 
 + Súbete al columpio
  - ¿Por qué?
 + Sólo sube. Hazme caso.
  - Está bien
 + Ahora cierra los ojos que yo te empujo... ¿Sientes el cosquilleo en el estómago?
  - Sí
 + Eso es lo que siento yo cada vez que te veo. Ahora cuando estés arriba abre los ojos.
  - ¡Oh, qué bonito!
 + ¿No sientes que vas a tocar el cielo? Es justo lo que siento yo cada vez que me sonríes.
  - Me encanta
 + Ahora suéltate de una mano
  - ¡No, que me caeré!
 + ¿Sientes ese miedo? Es justo lo que me pasa a mí cuando pienso que te pierdo.
 
 
 
 
 
 
        "El bonito sentimiento de echar de menos porque sí un martes.
         De querer ver, compartir. Mis ganas de tocarte las narices. Literalmente.
         Espero el momento de hacerte desesperar sin motivo para callarte con un beso.
        O con miles. Más allá del miedo a perderte.
        Porque hoy me invaden las ganas de volver a volar juntos.
        Mucho más allá del miedo a la caída.
        Simplemente eso. Volar Juntos."
 
              A.2015


 

domingo, 1 de febrero de 2015

El valor de las cosas


El valor de las cosas es emocionar. Para nada sirve algo que no te haga sentir mejor, que no te haga sentir libre, capaz. Algo que no te haga creer que todo es posible. Algo que solo sea... algo.
El valor de las cosas tiene que ir más allá. Tienen que hacernos sentir algo.
Incluso un papel escrito, por muy bellas que sean las palabras que contiene, si están vacías serán sólo eso, palabras.
Hablo de llegar más lejos, de un sentimiento, una emoción. Se trata de que las cosas, más allá de ser cosas, nos ayuden a ser personas. Y nos acerquen a sentirnos eso, Personas.

Un anillo de oro y diamantes puede ser solo un peso muerto sobre tu mano. Hay millones de te quieros vacíos que son soltados al aire cada día. Debería de ser pecado, estar prohibido. Debería ser considerado como un atentado contra el amor, una completa falta de respeto hacia aquellos a los que, lejos de faltarles sensibilidad, lo que no les falta es la cordura de callarse todos esos amagos de sentimiento.
Todas esas intenciones de cariño que terminan convirtiendo cada "te quiero" en simple palabrería barata.

Ya hay mucho escrito sobre la moderna afición a regalar amor. Free hugs for everybody que en realidad esconden la necesidad de sentirse completos, unidos  a otra persona para la cual creamos también ser la otra mitad.
Si es que en realidad no somos ya la naranja entera...

Intentos desesperados de la humanidad por sentirse libre pegado a otro. Por sentirse Persona.
¿Quién no ha cometido más de un error en su historial en busca de ese abrazo complementario, en busca de ese alter ego que rellene nuestro huequito y sea perfecto? Pero la perfección, queridos amigos, no existe. Es sólo un espejismo más, un áccesit a la idea de búsqueda del complementario 10.

 Neguémonos. Digámosle al mundo que cada uno de nosotros es muy capaz de volar solo, de ser el limón entero per se, que no es verdad que tengamos la necesidad de que nadie venga a batir las alas por nosotros.
Sólo así llegaremos a comprender que merece la pena  esperar para exprimirse junto a aquel otro que también decida exprimirse de veras con nosotros.

Y entonces los te quieros no harán falta, no merecerán la pena. Porque cuando el fruto es noble, solo las miradas bastan.

A.2015