lunes, 16 de noviembre de 2015

Espejismos de soledad del primero de noviembre.


Cuando la vida te desborda y ya no sabes ni cómo sentirte ni a qué o a quién diablos hacer caso. A veces, como ahora, se viven momentos en los que no se tiene claro por dónde tirar, o al menos ese camino no se ve nítido durante un tiempo.
Hechos inesperados, malas noticias, reveses de la vida que nos hacen darnos cuenta de que de entre todo lo que nos rodea es difícil distinguir qué es lo que importa. Lo primero está claro, las personas, Los Nuestros; pero después, ¿cómo diantre se ordena todo lo demás?
Trabajo, estudios, economía, ambiciones de futuro… Todo descolocado en el momento en el que lo importante reclama su (gran) parte de atención.
Un mes o dos o tres de desierto emocional, encontrando oasis con agua de mil colores y tipos pero sin terminar de ver azul en mi horizonte, olvidando a ratos que hay luz tras la niebla del amanecer.
Quizá deba recordarme una vez más que nunca un mar en calme hizo experto a un marinero, y que cabe la posibilidad de que este océano de dudas sea el mar con la peor tormenta de todas.
Pero prefiero pensar que todas estas ráfagas de miedo, toda esta ventisca de arena, desembocará en una maravillosa playa y que en ella podremos disfrutar de que, afortunadamente, la marejada nos haya hecho expertos.

A.2015
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario