Ir avanzando debería verse y sentirse como un síntoma de
crecimiento, como una consecuencia de que uno se está haciendo grande de verdad y no
simplemente por pasar las hojas de un calendario e ir cumpliendo años viendo la
vida pasar, sino por ir por la vida dejando huella.
Cerrar etapas y cambiar ciclos debería
llevarnos a creer que lo mejor está por
llegar, a hacer balance de lo pasado y aprender de los errores siendo
conscientes de que cometeremos otros, o de que quizá volvamos a repetir los
mismos una y otra vez, incesantemente.
El miedo a lo nuevo, a lo desconocido, es una constante que
se mantiene a lo largo de todas esas etapas, cada vez que decidimos cambiar de
libro o leer la segunda parte de aquel que nos enganchó de pleno y nos dejó con
ganas de más, con ganas de seguir aprendiendo.
Para lidiar con ese miedo es imprescindible el verse ganador
de alguna batalla, conocerse a uno mismo desde el lado fuerte, con la seguridad
de sentirse capaz y de saberse así reconocido. Sólo de vez en cuando.
Porque hay ocasiones en las que a nosotros mismos nos cuesta
distinguir entre si nos sentimos vencedores o vencidos.
A.2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario