jueves, 11 de junio de 2015

Historias tatuadas

Las personas nos empeñamos en controlarlo todo.
Nos ponemos horarios, normas y un sinfín de protocolos que nos recuerdan cada día lo que está bien y lo que no, lo que puede suceder y lo que ha de borrarse.
Pero por mucho que nos empeñemos siempre habrá algo que se nos escape de las manos.
La hora de la puesta de sol, la subida de las mareas o el nacimiento de una flor son cosas de las que podemos disfrutar o frente a las que podemos decidir mirar para otro lado, pero que seguirán su curso independientemente de si a nosotros nos gustan o no.
Porque están predestinadas a ser.
Al igual que lo están las relaciones entre las personas. Podemos decidir que “este no es el mejor momento” o creer que “sólo con querer es suficiente”. Pero en el fondo sabemos que todos estamos marcados por las huellas de cada persona con la que vivimos los momentos especiales, los que nos dejan sin aliento.
Y por mucho empeño que pongamos en decidir si nos gustan o no, al final no podremos más que rendirnos a la evidencia de que nos acompañarán de por vida.
 Porque están predestinados a ser, porque esas huellas son los tatuajes del alma.

A.2015


 

 

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