domingo, 4 de enero de 2015

Equilibrando la balanza


Hablemos de ser justos y de no vendernos simulacros. Quedemos para tomar un café con la pena y con los viejos rencores, para enterrar definitivamente el pasado. Llevemos hoy a la Vida de copas y emborrachemos los recuerdos para ahogar en alcohol todo el dolor sobrante.
 Que estamos faltos de espacio.
Aquí dentro ya no hay hueco para la soledad y la pena, las cosas buenas piden pista libre. Hoy la alegría se abre paso.

Parece que la ilusión pretende de una vez por todas desligarse del miedo, dejar atrás a la culpa y darla de lado. Invitemos a esta reunión a todos esos fantasmas ocultos, aunque no quieran decirnos su nombre, con sentirlos nos basta y nos sobra, prometo tener preparadas las armas necesarias para acabar con ellos, para fulminarlos de una vez por todas.

Hablemos en serio de equilibrar la balanza y no nos vendamos más simulacros. No caigamos en el error de celebrar todas las necedades que nos sean impuestas, de eso nada. Celebremos el hoy, el día a día. El cada día que estemos juntos aunque sea separados por cientos de kilómetros.

Agradezcamos cada beso, cada caricia, cada grito y cada palmadita en la espalda.

Guardemos en la memoria no un día señalado al azar por el capricho de alguien desconocido, sino cada minuto que dedicamos a conocernos mejor. Cada vez que nos tomamos de la mano o que nos tocamos las narices.

¿Qué importa no recordar el instante preciso en el que se dijo que sí? Merece más la pena enorgullecerse del resto de instantes en los que se dice que no a todos los mundos de fuera para seguir cultivando el mundo de dentro. El nuevo mundo que brota sin pedir permiso y florece al ritmo que le da la gana.

A ratos demasiado despacio y en ocasiones con una rapidez abrumadora, sin dejarnos tiempo a asimilar que ya nada será lo mismo.

Equilibremos la balanza aceptando que realmente todo puede ser mejor, que es posible que este sea el futuro que tanto llevábamos esperando. Que el ahora este siendo nuestro nunca jamás.

Así que a disfrutarlo.

Enamorémonos de la Vida sin pensar en qué sucederá mañana. Que cada sol tiene su ocaso, es cierto, pero que todos los días amanece de nuevo y lo que no es justo es que sigamos perdiendo el tiempo. ¡Vivamos hoy!

Compartiendo el sentir, la dicha de saber que aunque el mapa se tuerza de vez en cuando, somos muy capaces de volver a enderecharlo, a poner la brújula recta para no desviarnos en el camino, para no equivocarnos de ruta.

Que ya hemos pagado peajes suficientes. Viajamos sin rumbo fijo en esta autopista cargada de perfectos focos de infierno.
Por suerte para nosotros existe un secreto para salir ilesos. Y yo he descubierto una forma de no olvidarlo nunca.

A.2015
 
 

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